sábado, 14 de enero de 2012

COMO ARREGLAR UNA CERRADURA ATASCADA

No se si a vosotros os ha pasado, pero a mi siempre que comienzan a llegar los primeros fríos del invierno, la cerradura de la puerta de la entrada de casa se empieza a estropear. Cuanto más bajan las temperaturas peor, se pone tan rígida que a veces es imposible cerrarla del todo. De lo fuerte que está te llegas a hacer daño en los dedos al apretar.  Si continuas haciéndolo da la sensación de que  la llave se va a partir en ese momento.



Harto de esta situación desmonté el bombín de la cerradura y me fui directo a la ferretería de costumbre a comprar uno nuevo. Cuando llegué le conté al ferretero lo que me pasaba y éste cogió la pieza la empezó a probar (esta es la ventaja de ir a la de costumbre) llegando a la conclusión de que funcionaba todo correctamente. Me comento que en su opinión el bombín estaba perfecto, que gastar en uno nuevo no era necesario, que el problema tendría que estar en otra parte.


Ante mi insistencia me comentó (aquí viene el motivo que yo desconocía y que me lleva a publicar este artículo) que este tipo de cerraduras son algo más complejas que las de las puertas normales. La estructura de la cerradura es más grande y ocupa todo el largo de la puerta, consta de varias partes y puede que el problema este en una o en varias de ellas. Me enseño algún modelo que tenía él en la tienda y me dijo que aunque era un poco laborioso no era difícil desmontarlas para ver donde estaba el fallo.

En el fin de semana siguiente me arme de valor y me fui a por la puerta, cogí el destornillador eléctrico ( por cierto esta herramienta es una maravilla ya que te ahorra un montón de tiempo y esfuerzo) y me puse a desmontar la cerradura. Después de algún intento fallido me di cuenta que una vez quitados los tornillos solo tenía que tirar de la cerradura hacia afuera, primero en el centro de la puerta y después ir tirando también de la parte de arriba y de abajo alternativamente. Como la pieza no esta pegada ni sellada, solo está atornillada, no es demasiado complicado sacarla.


En las fotos podéis ver como es la cerradura una vez fuera del marco. Como se puede apreciar hay piezas que están llenas de grasa, os aconsejo poneros guantes desechables y poner cartones o papeles de periódico en el suelo, para que no se manche al tumbar en el mismo toda la estructura. Conviene hacerlo con cuidado, porque las laminas de metal que unen unas piezas con otras son muy finas y al ponerlas en posición horizontal se pueden doblar. Si se doblasen luego sería muy difícil colocarlas nuevamente en su sitio.


Una vez tumbada en el suelo podemos probar cómodamente con la llave el funcionamiento de la cerradura y ver donde falla. En mi caso tuve suerte y puede constatar que ninguna pieza estaba dañada y que el problema estaba ocasionado por el polvo y los restos de pelos del perro que se había mezclado con la grasa. A causa del frío ésta se había endurecido de tal forma, sobre todo en la parte más baja de la puerta, que hacía imposible el funcionamiento correcto de las piezas.


Si hubiese habido alguna pieza dañada no sería problema porque se pueden comprar en la ferretería. Pero yo lo único que tuve que hacer es retirar con un trapo la grasa antigua  y con un cepillo de dientes viejo aplicar la grasa consistente nueva. En los sitios más inaccesibles utilice unos bastoncillos de algodón para lubricar el interior de la cerradura.

Es muy aconsejable tener en casa un tubo de este material ya que a veces nos puede sacar de algún apuro. La venden en cualquier ferretería o centro comercial de bricolage y es muy cómoda de utilizar en tubo, porque no mancha y se guarda fácilmente en cualquier sitio. Además no se estropea y  cunde mucho.

Una vez hecho esto no podía salir de mi asombro, la cerradura funcionaba a la perfección. Era increíble, como si la puerta fuese nueva. En la última imagen podéis ver la cerradura montada nuevamente en su sitio y lista para cumplir su misión.

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